Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, más de 15 millones de japoneses refugiados regresan a su país, encontrándose un Japón desolado por los bombardeos aéreos. Esta repatriación forzosa agrava el problema de la escasez de alimentos, la inflación y la mendicidad. El mercado negro era una solución para obtener artículos de primera necesidad, y el uso de alcohol y drogas una forma de evadirse de la cruda realidad. En este clima duro y desesperado surge el fenómeno de las bandas juveniles formadas por inadaptados sociales que empiezan a formar parte del escalón más bajo e inmundo de los los clanes Yakuza, nombre con el que se conoze al crimen organizado o "Mafia" japonesa y que se remonta al siglo XVII.
Pero la verdadera cantera del subgénero Pinky Violence estaba en las escuelas públicas de Tokio, poniendo el foco en las bandas de adolescentes que peleaban entre sí para controlar territorios, al más puro estilo yakuza pero en plan rebelde sin causa. Este fenómeno se dio también entre las chicas, que con sus uniformes de colegialas impartían auténtico terror fuera y dentro de las aulas. A la líder de cada una de estas bandas se la llamaba Sukeban.
Lo mejor llegaría con otra serie de siete cintas producidas por la Toei, la saga Sukeban Girl Boss, con las tres grandes divas del cotarro: Miki Sugimoto, Reiko Ike (salida de una banda en la vida real, como los protagonista del cine quinqui español) y Meiko Kaji juntas y revueltas en títulos tan sugerentes como Girl Boss Blues, Girl Boss Guerilla o Girl Boss Revenge. Y la cuatrilogía Terrifying Girls’ High School (1972-73) que daba un paso más en sadismo torturador (las pandilleras llevan una especie de máscara de cirujano roja). Fuera de la competencía entre Nikkatsu y Toei, hay que mencionar a los estudios Toho y su trilogía de Rica (1972-73), protagonizada por la guapa Rika Aoki.
Filmadas por maestros adelantados a su tiempo como Yasuharu Hasebe, Norifumi Suzuki o Teruo Ishii. Estas pelis son brillantes técnicamente, con una puesta en escena estilosa, llena de colorido y genialidad pop. En algún momento la estética se ha llegado a comparar al primer Dario Argento. La sangre es rojo shocking y el verde hitchconiano.Vértigo en la autopista.
Aunque aquel contexto social de posguerra se puede considerar una gran inspiración para el cine Pinky Violence y las chicas malas de la Toei, la cosa se ramifica en todo tipo de películas y sagas imposibles; la serie carcelaria de cuatro pelis Sasori (Female Convict Scorpion,1972-73 ), las imprescindibles Zero Woman: Red Handcuffs (Zeroka no onna: Akai wappa, 1974) y Criminal Woman: Killing Melody (Zenka onna: koroshi-bushi, 1973), o la menos conocida Sukeban Deka: Dirty Mary (Sukeban deka: daati Marii, 1974). Y sin duda Lady Snowblood (Shurayukihime, 1973) y Sex and Fury (Furyō anego den: Inoshika o-Chō, 1973), ambientadas en la era Meiji (siglo IXX y principios del XX), obras maestras que recreaban épocas pasadas... Pero dejemos el dilema para otra ocasión, porque las chicas malas de Tokio ahora quieren tu entrepierna.
By Gerard Fernández Ordel
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