AKA: The savage three
DIR.: Vittorio Salerno
AÑO:1975
PAÍS: Italia
MÚSICA: Franco Campanino
CAST: Joe Sallesandro, Enrico Maria Salerno, Martine Brochard, Carmen Scarpitta, Salvatore Borghese, Luigi Casellato, Umberto Ceriani, Gianfranco De Grassi, Guido de Carli, Gengher Gatti, Enzo Garinei, Claudio Nicastro, Ada Pmetti
REVIEW
Especie de tratado sobre la violencia, con el habitual transfondo socio-político que gusta al director, Vittorio Salerno. Esta especie de A Clockwork Orange a la italiana cuenta la historia de tres tipos, compañeros de trabajo, que matan, violan y siembran el caos sin ningún motivo ni justificación. Primero provocan una reyerta entre tifosi en un partido de fútbol que acaba con muertos, luego siguen sus andanzas matando a un camionero en una discusión de tráfico, después la cosa continúa con más muertes y violencia en su paseo triunfal por la ciudad. Pese a sus pretensiones la peli no deja de ser un pseudo poliziottesco italiano que acaba aprovechando de la violencia que muestra con el agravante especulador.
La figura del policía que investiga los brutales asesinatos es encarnada por el hermanísimo del director, el gran actor Enrico María Salerno. Éste se hará cargo de dicha investigación de manera extraoficial ante la incompetencia de sus superiores. Otro palito habitual del cine poliziesco-denuncia a las autoridades.
La cinta está protagonizada por Joe Dallesandro, que durante esos años hizo carrera en Italia en una serie de películas muy violentas, como Tiempo de asesinos (1975) o Vacaciones para matar (1980), amén de la peli que nos ocupa.
El guión escrito por el propio
Vittorio Salerno junto a su casi inseparable colaborador, y grande del cine
de géneros, Ernesto Gastaldi es bastante valiente. Sin embartgo, el principal defecto de Fango bollente, vista hoy en día, es que su propuesta ha quedado muy desfasada y algunos momentos resultan risibles; un ejemplo sería el uso que se hace de las computadoras o la música rock en las escenas violentas. En fin, aun así es perdonable, situándonos en contexto todo esto nos despierta una media sonrisa y hay que reconocer que la cosa no está exenta de encanto y de cierta originalidad en su especie.
Review by Gerard Fernández Ordel
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